martes, 10 de mayo de 2011

.../ entre tanto absurdo /...

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 Ella miraba al suelo con la vista nublada.
-Así no me gusta oírte. Piensa en la noche en que maltrecho y desesperado, saliendo
de tu tormento y de tu soledad, te interpusiste en mi camino y te hiciste mi compañero.
¿ Por qué crees tú, pues, que pude entonces conocerte y comprenderte?
¿Por qué, Armanda? ¡Dímelo!
-Porque yo soy como tú. Porque estoy precisamente tan sola como tú y como tú no
puedo amar ni tomar en serio a la vida ni a las personas ni a mi misma. Siempre hay
alguna de esas personas que pide a la vida lo más elevado y a quien no puede satisfacer
la insulsez y rudeza de ambiente.
-¡Tú, tú! -exclamé hondamente admirado-. Te comprendo, camarada; nadie te
comprende como yo. Y, sin embargo, eres para mí un enigma. Tú te las arreglas con la
vida jugando, tienes esa maravillosa consideración ante las cosas y los goces
minúsculos, eres una artista de la vida. ¿Cómo puedes sufrir con el mundo? ¿Cómo
puedes desesperar?
-No desespero, Harry. Pero sufrir por la vida, oh, sí; en eso tengo experiencia. Tú te
asombras de que yo soy feliz porque sé bailar y me arreglo tan perfectamente en la
superficie de la vida. Y yo, amigo mío, me admiro de que tú estés tan desengañado del
mundo, hallándote en tu elemento precisamente en las cosas más bellas y profundas, en
el espíritu, en el arte, en el pensamiento. Por eso nos hemos atraído mutuamente, por
eso somos hermanos. Yo te enseñaré a bailar y a jugar y a sonreír y a no estar
contento, sin embargo. Y aprenderé de ti a pensar y a saber y a no estar satisfecha, a
pesar de todo. ¿Sabes que los dos somos hijos del diablo?
-Sí, lo somos. El diablo es el espíritu; nosotros sus desgraciados hijos. Nos hemos
salido de la naturaleza y pendemos en el vacío. Pero ahora se me ocurre una cosa: en el
tratado del lobo estepario, del que te he hablado, hay algo acerca de que es sólo una
fantasía de Harry el creer que tiene una o dos almas, que consiste en una o dos
personalidades. Todo hombre, dice, consta de diez, de cien, de mil almas.

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